Edimburgo

Una nueva incorporación

Por Silvia Sánchez.

Intento recordar cuándo fue la última vez que escribí. Cuántas veces he abierto este documento para volver a editarlo una y otra vez. Borrar, añadir otro párrafo. Cambiar el orden. Borrarlo todo otra vez. Mirar la pantalla en blanco, buscando la inspiración que por un extraño motivo solo me visita después de un par de copas de vino…Son las diez de la noche, pero sin copa de vino en la mano.

Con dificultad recuerdo mi última noche en Madrid, hace casi cinco años y medio. Jugando con mi perro, hablando con mis hermanas. Algunos mensajes de despedida. La maleta sin hacer por culpa de esa emoción que te embarga antes de cualquier viaje.

Aquí, ahora, dos gatas a los pies de mi cama, mi bebé a un metro de distancia y mi -espérate que aún no me acostumbro- futuro marido al otro lado del colchón. Cookie se me acerca ronroneando. No hay manera de contaros todos los cambios del último año y medio. Bromeo con mi hermana , “ya no sé hablar”. Y escribir menos.

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Edimburgo

Escapada a la escocesa

Por Silvia Sánchez

Yo siempre he sido una chica de ciudad, alguien que encuentra reconfortante el sonido ajeno del tráfico, disfruta moviéndose entre líneas de metro y no echa de menos el mar en verano. Nunca me apasionaron las excursiones al monte, y aunque durante mis veranos en el pueblo disfrutaba de algunos baños en el río y meriendas en la pradera, el pánico que tenía a cualquier tipo de insecto -especialmente avispas- eclipsaba todo lo demás.

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Edimburgo

Pensamientos voladores

Por Silvia Sánchez

Atardece fuera, sentada al lado de la ventana mis ojos se pierden en el horizonte rosa, azul, naranja. Estoy volando… Literalmente. Qué poco que me gustan a mí los aviones… Intento distraerme escuchando Bon Iver. La chica de al lado lee ‘Cincuenta sombras de Grey’, parece que se cansa y lo deja, el hombre de alante ronca y el de atrás encadena una cerveza con otra. Alguien comunica por el altavoz que estamos a 30.000 pies de altura y el avión sigue agitándose. (más…)

Edimburgo

«Excuse me?»

Por Silvia Sánchez

Ayer en el trabajo, una hora antes de cerrar la tienda, entró uno de nuestros clientes habituales. Mujer, unos 60 años, viene casi todos los días con sus libros y sus apuntes a tomarse un café al final del dia. Dejo lo que estoy haciendo y me acerco al mostrador a atenderla. Conversación de costumbre hasta que menciono cómo me gustaría poder irme unos días de vacaciones, ir a visitar a mi familia, go back home for a few days. (más…)

Edimburgo

Memoria visual

Por Silvia Sánchez

Desde que tengo uso de razón, me ha interesado documentar mi día a día a través del objetivo, convirtiendo lo ordinario en especial. Mientras escribía mi segunda entrada para Diario Expatriado, encontré -como me gusta a mí, por casualidad- una tarjeta de memoria que creía perdida de mi telefóno español, el que utilicé durante mi primeros meses aquí. Un pequeño diario en forma de 500 fotos que hicieron mas fácil recordar mis primeros meses en Edimburgo. Aquí os muestro una pequeña selección de ellas.

Autora (texto y fotos)
Silvia Sánchez
500px.com/silviosis

Edimburgo

¿Y por qué te vas?

Por Silvia Sánchez

Principios de agosto en Madrid, calor infernal, me lío la manta a la cabeza con una amiga y nos compramos un billete de ida para Edimburgo, un lugar del que habia oído hablar maravillas a alguien cercano pero en el que jamas habia puesto un pie.

En apenas un par de meses me despedí de mi familia, de mis amigos, de mi novio. ¿Y por qué te vas? Solía ser la pregunta recurrente. Pregunta para la que carecía y todavía carezco de respuesta.

Por entonces vivía bajo el techo familiar y tenía un trabajo más por gusto que necesidad, el cual me permitía costear pequeños viajes, pequeños caprichos. No me faltaba de nada y sin embargo la frase “How many things I have no need of”, que dijo Sócrates, resonaba en mi cabeza. Tal vez lo único que mi vida necesitaba era un empujón, riesgo, un poco de incertidumbre.

Mis primeros dias en Edimburgo permanecen intactos en mi memoria. ¿Sabéis esa sensación excitante al visitar un lugar nuevo? ¿La intriga al poner tus pies en suelo extranjero? Saber que no tenía billete de vuelta no hacía más que alimentarla. Pasear por calles de cuento cada día, no reconocer caras, ver más pelirrojos en un día de lo que había visto en toda mi vida. Los planetas se alinearon y hasta encontré trabajo (del que todavía disfruto) en menos de una semana.

Unas tres semanas después tuve una discusión con mi amiga. Sin tener donde esconderme, viviendo en un hostal en el que compartía habitación con seis desconocidos, mi única opción fue salir a dar un paseo para poder pensar con tranquilidad. Mis instinto me llevó calle abajo. Cuando quise darme cuenta, estaba a los pies de una montaña. ¿Una montaña en plena ciudad? Mis pies se pararon. La tensión acumulada desde que llegué hizo que las lágrimas empezaran a resbalar por mi mejilla. De repente me sentí pequeña, insignificante, y triste. Ser testigo de algo tan bonito y no poder compartirlo con nadie. Pero entonces me di cuenta… Me habia enamorado. Estaba sola, sí, pero en un lugar asombroso. Todo iba a salir bien.

Y todo empezó a rodar.

El invierno no había hecho más que empezar cuando me mudé a un piso compartido con un francés y un escocés. Descubrí entonces que el término “limpio” es relativo para ciertas personas, y de repente echaba de menos la figura materna y sus reglas en el hogar.
Los días cada vez eran más cortos, y pronto la luz del día duraba lo mismo que una jornada laboral de 8 a 4. Cada día hacía más frío, y pronto empezó a nevar. Y siguió nevando durante días. La misma nieve que parecía disgustar a todo el mundo, a mí me llenaba de felicidad. Estamos hablando de alguien que ha vivido toda su vida en Madrid, y que ha visto la nieve, o mejor dicho, cuajar, veces contadas con los dedos de una mano…
Días volviendo a casa andando a menos 15 grados, tardes en el trabajo sin entender ni una palabra cuando me hablaban clientes, la Navidad cada vez más cerca… Mi primer invierno fue intenso. Especial. Diferente. Y no era más que el principio…

Y ahora, después de casi cuatro años, la pregunta con la que más me tropiezo es: ¿Por queé estás aqui?

Lo bueno de Edimburgo es que, aun siendo tan pequeño (medio millón de habitantes en comparación con los casi cuatro de Madrid ciudad), no deja de sorprenderme. Si tienes un mal día, sal por la puerta y anda, sin rumbo. Callejea. Piérdete. Entra en todos los ‘closes’ que te encuentres en el camino y maravíllate cuando al girar la esquina te encuentres con un castillo ante tus pies. Piérdete entre sus ‘charity shops’, ve a los ‘Meadows’ si el tiempo lo permite, bébete una pinta en un bar de la ‘Old Town’.

Estas fascinantes calles están llenas de historia, y hay algo en ellas que agarra tus problemas y los hace desaparecer bajo la lluvia.

Foto: La entrada del ‘Scottish National Gallery of Modern Art’

Autora (texto y foto)
Silvia Sánchez
500px.com/silviosis