Por Ignacio Urquijo
El otro día me pedí un ‘cortado’. Ni siquiera me apetecía, pero me hizo ilusión encontrarlo en la pizarra de aquella cafetería holandesa y la morriña terminó decidiendo por mí.
Estaba bastante malo y además no se parecía en nada a los cortados que solía tomar en la cafetería de la facultad de periodismo. Sinceramente, antes de empezar la carrera yo era más de Colacao, pero al llegar a la universidad escuché, quién sabe dónde, que los buenos periodistas toman el café muy negro. Y yo quería ser un buen periodista, faltaría más.