¿Y por qué te vas?

Por Silvia Sánchez

Principios de agosto en Madrid, calor infernal, me lío la manta a la cabeza con una amiga y nos compramos un billete de ida para Edimburgo, un lugar del que habia oído hablar maravillas a alguien cercano pero en el que jamas habia puesto un pie.

En apenas un par de meses me despedí de mi familia, de mis amigos, de mi novio. ¿Y por qué te vas? Solía ser la pregunta recurrente. Pregunta para la que carecía y todavía carezco de respuesta.

Por entonces vivía bajo el techo familiar y tenía un trabajo más por gusto que necesidad, el cual me permitía costear pequeños viajes, pequeños caprichos. No me faltaba de nada y sin embargo la frase “How many things I have no need of”, que dijo Sócrates, resonaba en mi cabeza. Tal vez lo único que mi vida necesitaba era un empujón, riesgo, un poco de incertidumbre.

Mis primeros dias en Edimburgo permanecen intactos en mi memoria. ¿Sabéis esa sensación excitante al visitar un lugar nuevo? ¿La intriga al poner tus pies en suelo extranjero? Saber que no tenía billete de vuelta no hacía más que alimentarla. Pasear por calles de cuento cada día, no reconocer caras, ver más pelirrojos en un día de lo que había visto en toda mi vida. Los planetas se alinearon y hasta encontré trabajo (del que todavía disfruto) en menos de una semana.

Unas tres semanas después tuve una discusión con mi amiga. Sin tener donde esconderme, viviendo en un hostal en el que compartía habitación con seis desconocidos, mi única opción fue salir a dar un paseo para poder pensar con tranquilidad. Mis instinto me llevó calle abajo. Cuando quise darme cuenta, estaba a los pies de una montaña. ¿Una montaña en plena ciudad? Mis pies se pararon. La tensión acumulada desde que llegué hizo que las lágrimas empezaran a resbalar por mi mejilla. De repente me sentí pequeña, insignificante, y triste. Ser testigo de algo tan bonito y no poder compartirlo con nadie. Pero entonces me di cuenta… Me habia enamorado. Estaba sola, sí, pero en un lugar asombroso. Todo iba a salir bien.

Y todo empezó a rodar.

El invierno no había hecho más que empezar cuando me mudé a un piso compartido con un francés y un escocés. Descubrí entonces que el término “limpio” es relativo para ciertas personas, y de repente echaba de menos la figura materna y sus reglas en el hogar.
Los días cada vez eran más cortos, y pronto la luz del día duraba lo mismo que una jornada laboral de 8 a 4. Cada día hacía más frío, y pronto empezó a nevar. Y siguió nevando durante días. La misma nieve que parecía disgustar a todo el mundo, a mí me llenaba de felicidad. Estamos hablando de alguien que ha vivido toda su vida en Madrid, y que ha visto la nieve, o mejor dicho, cuajar, veces contadas con los dedos de una mano…
Días volviendo a casa andando a menos 15 grados, tardes en el trabajo sin entender ni una palabra cuando me hablaban clientes, la Navidad cada vez más cerca… Mi primer invierno fue intenso. Especial. Diferente. Y no era más que el principio…

Y ahora, después de casi cuatro años, la pregunta con la que más me tropiezo es: ¿Por queé estás aqui?

Lo bueno de Edimburgo es que, aun siendo tan pequeño (medio millón de habitantes en comparación con los casi cuatro de Madrid ciudad), no deja de sorprenderme. Si tienes un mal día, sal por la puerta y anda, sin rumbo. Callejea. Piérdete. Entra en todos los ‘closes’ que te encuentres en el camino y maravíllate cuando al girar la esquina te encuentres con un castillo ante tus pies. Piérdete entre sus ‘charity shops’, ve a los ‘Meadows’ si el tiempo lo permite, bébete una pinta en un bar de la ‘Old Town’.

Estas fascinantes calles están llenas de historia, y hay algo en ellas que agarra tus problemas y los hace desaparecer bajo la lluvia.

Foto: La entrada del ‘Scottish National Gallery of Modern Art’

Autora (texto y foto)
Silvia Sánchez
500px.com/silviosis

5 Comments

  1. Maite says:

    Vale!!! Eslo unico que conteste cuando ne dijo que se iba la primera vez, aun sin creerlo, cuando me dijo que tenia el billete dije lo mismo, vale!! Y cuando se fue aguante las lagrimas , pero la di un abrazo fuertee como solo las nadres sabemos dar! Y volvi a decir, vale!! Pense que se cansatia pronto y volveria a casa ,pero en poco tiempo estaba preoarando viaje para ir a verla y conocer esa vida que se habia forjado, y tuve aparte de emocion muchi orgullo porque estaba madurando y creando su propia historia!!! Han pasado michos dias desde que se fue a esa coudad tan maravillosa , pero esta mas cerca que nunca !!! Porque el amor que siento por ella se ha multiplicado, y si es deliz yo soy feliz este donde este… Te quiero silivia!!!

  2. Aitor says:

    Me ha encantado. Algo parecido me ocurrió a mi hace 12 años. Por desgracia ahora vivo en Londres por motivos de trabajo. Echo de menos Edi.

    1. silvi0sis says:

      Por lo menos lo tienes mas cerquita 😉

  3. Estuve en Edimburgo de viaje fin de curso en 2o de bachillerato y me encantó. Sin haber viajado mucho y la de cosas que hay por ver por todo el mundo, 5 o 6 años después decidí volver porque guardaba buenos recuerdos… y me volvió a encantar, todo lo que has descrito lo sentí en los dos viajes que hice, lo que debe ser vivir allí por largo periodo…

    1. silvi0sis says:

      Todo el mundo que conozco que ha visitado Edimburgo coincide en lo mismo… tiene algo magico 🙂

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