Por Nacho Urquijo.
Los pasitos que necesitó dar para acercarse al frente de la sala no le restaron ni un ápice de elegancia a la estilizada señora que apareció antes de la primera proyección del festival de cine de Japón en Viena. La mujer, ataviada con un traje tradicional japonés que no le dejaba mucho margen de maniobra, nos dio la bienvenida en un alemán salpicado de acento japonés a todos los espectadores de una sala llena y expectante por empezar a ver películas que no pueden encontrarse en otro lugar de Austria, ni en otro momento que no sea la semana del festival.
Y el festival no defraudó, aunque no sabría decir si fue exactamente por la calidad de las películas.
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