Viena, una experiencia rara y asombrosa

Por Olga Grigorishina.

Ha sido mi cuarto viaje a Viena. Antes de esta vez, asociaba la ciudad con mi día de cumpleaños, que celebré en 2013, con la Navidad en la cafetería Sacher, que pasé con mi familia en 2016, y con el riquísimo schnitzel que probé en Figlmüller en 2018. Pero ahora Viena se ha convertido en la ciudad que me aceptó no solo como un viajero ordinario, sino como refugiada que escapaba de la guerra en mi país.

El 5 de marzo, junto con mi hermana y unos amigos, llegamos a la estación de Kyiv para empezar nuestro camino hasta un escondite seguro. Nuestros padres apuntaron Viena como el destino final donde teníamos que asentarnos y empezar una nueva vida. Todavía no sabemos por qué Austria, por qué Viena, por qué la ciudad donde no teníamos ni familia, ni contactos. Pero todo tiene su razón y todo en nuestra vida se hace por lo mejor, y este caso no es la excepción, ya que Viena nos recibió con calidez y amabilidad. Y de tal modo nosotras hemos vivido seis meses convirtiendo un sitio desconocido poco a poco en nuestro nuevo hogar.

El arcoíris en Viena

Nuestro camino en Viena fue duro y complicado: no hablábamos alemán, cambiamos de vivienda cuatro veces, tuvimos que registrarnos como refugiadas, fuimos a oficinas de registro, bancos para acceder a muchos documentos… Recuerdo mi primer día, fue el 7 de marzo, cuando llegamos a Viena y no supe qué hacer a continuación. Solo podía llorar por estar fuera de mi casa, de mis padres y ser responsable de mi hermana. 

Pero gracias a nuestra fortuna, suerte o a Dios, nosotros hemos logrado y superado todas las dificultades. Es importante decir que la gente en nuestro camino también ha desempeñado un papel importante. Conocimos a una mujer llamada Violetta que, junto a su familia, nos ayudaron mucho con la policía. También hemos conocido a las personas del albergue donde hemos vivido, se han convertido en buenos amigos que ahora tenemos en Viena. Mi hermana y yo encontramos españoles amabilísimos en Viena – Diana y Nacho del Instituto de Cervantes que nos apoyaron muchísimo, nos daban las clases de español, mantenían siempre el contacto y estoy segura que vamos a comunicarnos en el futuro. La organización de albergues estudiantiles nos permitió vivir gratis, gracias a lo cual conocimos a diferentes jóvenes de muchos países. 

Viaje con amigos a Budapest
Comida con amigos en Viena

Ha sido una experiencia rara y asombrosa al mismo tiempo. Querría haberla vivido por otras circunstancias, pero así ha sido. Y ahora, después de más de seis meses de estancia en Viena, es hora de seguir adelante. Llegamos a Viena seis de nosotros y cada uno tiene su propio destino ahora. Una de mis amigas se ha ido a Francia para estudiar, un amigo de mi hermana rompió con su novia, pero ambos decidieron continuar su vida en Viena, ahora por separado. Mi hermana y su novio volvieron a Kyiv, junto a sus padres, y tienen su formación en las universidades de allí, quizá un día vuelvan. Y yo paso mis últimos días en una Viena otoñal, preparando poco a poco el nuevo viaje a la cálida vida española. Mi vuelo aterrizará en Barcelona y empezará mi nueva historia…

El día del 22 cumpleaños de Olga, celebrado en Viena

Foto de portada: la bandera de Ucrania ondeando en el centro de Viena.

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