Berlín

Aprender alemán y no morir en el intento

Por Ignacio Urquijo

«¡El alemán es una cebolla!» La metáfora, no demasiado complicada, se me ocurrió montando en bici. Gracias a que Berlín es una ciudad amable para las bicicletas -carriles especiales en casi todas las calles, semáforos particulares para los ciclistas, automóviles que suelen ceder el paso…-, he podido madurar la idea mientras pedaleaba: «El alemán no es más que una cebolla con todas sus capas, mientras que el inglés es como un arito frito, simple y fácil de tragar. En cambio la cebolla cruda requiere una determinación de hierro y derramar alguna lagrimilla para acabar con ella».

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