Por Cristina Sanabria
Y volver a vivir ese momento, donde nuestros cuerpos deambulan entre sus sombras, girando sobre sí mismos, sobre un solo eje, el de nuestras miradas. Y dar vueltas sin tropezarnos, sin soltarnos de la mano, al compás de nuestra canción, la que suena en nuestra mente. Y seguir girando hasta desencadenarnos, y diluirnos entre la corriente, corriente que nos lleva, nos guía y nos separa, quizá a otro mundo, quizá mucho más lejano, quizá vacío, pero en el que solo estemos nosotros.