Londres

Bordeando Notting Hill

Por Adrián Badía

Veo repetidos, por tercera vez, los goles de Bélgica en la tele de mi nueva habitación. A su lado, encima del pequeño frigorífico, el vapor de la tetera me avisa de que el agua hierve, así que me sirvo el té. No me culpen por ello, mi compañero de trabajo me pregunta cada hora si quiero té. Empiezas por un sí al día, la cuenta va aumentando, y después ya te lo pide el cuerpo. Hay que adaptarse.

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