Por Silvia Sánchez
Yo siempre he sido una chica de ciudad, alguien que encuentra reconfortante el sonido ajeno del tráfico, disfruta moviéndose entre líneas de metro y no echa de menos el mar en verano. Nunca me apasionaron las excursiones al monte, y aunque durante mis veranos en el pueblo disfrutaba de algunos baños en el río y meriendas en la pradera, el pánico que tenía a cualquier tipo de insecto -especialmente avispas- eclipsaba todo lo demás.