Hong Kong

7000 km.

Por Laura Ledo

Hong Kong no estaba a 7000 km de distancia. Quien me hizo el cálculo de la separación ineludible se quedó corto. Digamos que está muy lejos. Y yo estoy aquí desde hace dos semanas. Al poner el pie en el taxi más viejo que vi nunca y mirar por la ventana lo que podía de los rascacielos, pensé que me había equivocado alejándome de “los míos”. Pero es mejor evitar el pánico.

Dos semanas me han dado para entender que aquí la gente siempre tiene prisa. Que las instalaciones están inteligentemente preparadas para no perder el tiempo. Que las colas son enormes pero se mueven rápido, como los cuatro ascensores del edificio eterno en el que cada día enseño español y en los que es raro escuchar Good morning pero habitual excuse me cuando se quiere salir y estamos como sardinas en lata. Las casas son pequeñas y diré que frías: ha coincidido mi llegada con la mayor ola de frío que vive esta zona del planeta desde hace unos 70 años. Ajá. Ya lo echaré de menos cuando llegue la estación del derretimiento.

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