Bucarest

Una carta desde Bucarest

Entró Goran Bregović luciendo un impoluto traje blanco en el escenario y lo primero que hizo fue presentar a sus músicos: “this is my band for weddings and funerals”, su grupo para bodas y funerales.

Y lo cierto es que lo parecían. Dos señoras búlgaras que rondaban la edad de la jubilación vestidas con coloridos vestidos folclóricos, varios hombres con camisa blanca y chaleco negro sosteniendo instrumentos de viento y luciendo diferentes grados de barrigas prominentes y, junto al inmaculado Goran, un hombre de tez de aceituna y camisa negra con adornos brillantes, encargado de la percusión y, lo más importante, el responsable de la voz.

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