Viena

Una mudanza más

Una vez más, y ya van cinco, cambio de país. Esta vez me voy a vivir a Austria. Siempre que tengo ocasión, suelo contarle al pobre oyente que tenga delante que en cada mudanza envejeces un par de años extra. No es fácil volver a empezar en un lugar lleno de calles extrañas y caras que no hablan tu idioma. Acciones tan cotidianas y casi automáticas, como comprar el pan o cortarte el pelo, cuestan más esfuerzo del que le gustaría a tu cansancio y durante unos meses llevas una sombra de desconcierto que te persigue por la acera.

Hay una parte positiva, claro, como es la de sentirse presente, viviendo más existencias de las que te tocaría, descubriendo sabores que no conocías y exacerbando experiencias a las que de otra forma ya te habrías acostumbrado. De alguna forma, vuelves a ser un niño que se maravilla de lo cotidiano y se tropieza con sus propios pies.

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