Por Carlos Fernández
Cuando llega la “sexta-feria” en Sao Paulo -el viernes-, a veces pienso que hasta John Travolta adelanta su fiebre de sábado noche para disfrutar del fin de semana. Te quedas en la ciudad o te vas a la playa, pero sales de la rutina. Y todo bajo un plan que normalmente acaba derivando en una cosa diferente u otros muchos planes. Algo que puede gustar u odiarse. Así es Brasil: una realidad contraste, tan difícil de entender, que ni los que nacieron aquí pueden darte una idea exacta de lo que está ocurriendo. La sensación es la misma a cuando sales de la ciudad y empiezas a adentrarte en plena naturaleza para ir a la costa, de repente, cuando todo parece perfecto, natural y verde, te encuentras un complejo industrial que no deja de expulsar humo.