Brasil 2014: mucho más que un Mundial

Por Carlos Fernández

«Los autobuses paran sus actividades en Río y Sao Paulo. La Policía Civil en huelga 24h en 13 de los 27 estados. La Policía Rodoviaria llama a una marcha en Brasilia. Los profesores de algunas redes municipales casi 30 días sin dar clase. Grupos de indígenas se manifiestan en la capital…»

A falta de unos días para el inicio de la Copa del Mundo nadie podría imaginar que el “país del fútbol” sería foco informativo de protestas. ¿Qué está pasando en Brasil?, es lo que todo el mundo parece preguntarse asombrado. El prestigio, auge y solvencia económica internacional, con una tasa desempleo lejos de cualquier crisis económica: 5,2%; no intuían un descontento entre la misma población que en 2007 recibía con entusiasmo el regreso del Mundial tras 64 años del Maracanazo. No queda nada para el comienzo del evento  y  “el ambiente no es el mismo que en el 50”, me confiesa un kioskero de Broklyn en Sao Paulo.  Nada parece presagiar la llegada de la Copa, aparte del éxito de la venta de álbums y cromos. La tradicional decoración de las calles, las banderas, las camisetas de la canarinha…, la ilusión nacional se encuentra muy alejada de lo que se suponía. “Imagina a festa, imagina Brasil”,  lema del anuncio de la cerveza Brahma -patrocinador oficial- , es el claro ejemplo de las dos opiniones dominantes en el país: el “nao vai ter copa” frente al “vai ter copa”.

Spot oficial:
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Parodia:

“La Copa, la Copa, la Copa…”, está en boca de todos, de ciudadanos y políticos. “Es una buena oportunidad para mostrarnos internacionalmente”, afirma el expresidente Lula. La propia pasión que hay por el esférico en el país del fútbol ha provocado que la organización de este evento internacional sea, más allá de una competición deportiva, un acontecimiento histórico que atañe al futuro del país, escasos meses antes de las elecciones presidenciales. Los doce años de gobierno del Partido de los Trabajadores, de Lula y Dilma, están siendo puestos en entredicho. Lo que era un campeonato de fútbol hoy es un debate electoral en las calles entre una sociedad más polarizada que nunca, “los partidarios del PT sacan los puntos positivos de una copa cuyo éxito podría poner fin a las aspiraciones de la oposición y grande prensa”, asegura el blog periodístico 1outroPonto.

Esta vinculación de la política como herramienta de la opinión respecto al Mundial  ha podido verse reflejada en los últimos días en el ya retirado Ronaldo Nazário. Miembro del propio Comité Organizador Local de la Copa del Mundo cambió su discurso, antes favorable a la organización del evento, tan sólo veinte días después de divulgar su apoyo político a Aécio Neves.

El discurso de Ronaldo ha cambiado en los últimos días.
El discurso de Ronaldo ha cambiado en los últimos días.
“Según el último estudio de Unicarioca, tan sólo un 55% apoyará a la selección brasileira en Río; del restante, un 23 % afirman no “querer que ganen”

Promesas, problemas, protestas

Tras haber invertido en la organización del evento una cifra récord: 10,7 billones de euros, cinco veces más que en Sudáfrica hace 4 años, las causas del descontento iniciado en junio del año pasado volvieron el 15 de mayo.  Al marco socioeconómico desigual se le unió una gestión desorganizada, apoyada en ciertas promesas que nunca se cumplieron, pero que generaron muchas expectativas, sobre todo las relativas a la Matriz Responsabilidade (documento que recoge todas las obras).  Son lo que algunos llaman, “las mentiras de la Copa”:
 
– A pesar de haberse afirmado que el financiamiento de los 12 estadios/sede “sería  privado”, el alto coste de la construcción ha provocado que se hayan tenido que utilizar 8,5 billones de reais de fondos públicos.
 
– La reforma del puerto de Río, que albergaría a 24 mil turistas desde la Copa ha sido aplazada hasta 2016, coincidiendo con los JJOO.
 
– Prometido para antes del Mundial por el ministro de deportes, Aldo Rebelo, el Metro Ligero de Cuiabá (VLT) no verá la luz hasta 2015. Por su parte, el VLT de Brasilia fue sacado de la lista en 2012. 
– El tren-bala que iba a unir las ciudades de Río y Sao Paulo no será inaugurado hasta 2020.
Ninguno de los ocho aeropuertos tendrá concluidas las obras. Estando operacionales parcialmente.
 
El estadio de abertura, el Arena Corinthians, previsto su finalización a principios de año fue inaugurado hace apenas unas semanas y hasta después del Mundial no van a instalarse los vidrios y revestimientos faltantes
 
– El anuncio de metro para la ciudad de Portoalegre no comenzará las obras hasta 2015. 
 
– Los Centros Oficiales de Entrenamiento (COT) de Cuiabá estarán inacabados.
 
– El número de empleos generados por el torneo es de 300.000 puestos, un 10% de las estimaciones que manejaba el gobierno.
 

– El funcionamiento de datos móviles es lento e ineficaz en ciertas zonas.

– Las expectativas de visitantes (600.000) aún no se asemeja con la demanda real. Son datos de Fórum de Operadores Hoteleros de Brasil, todavía hay un tercio de habitaciones disponibles durante el mes que durará la Copa.

Un 55% de brasileiros cree que traerá más problemas que beneficios, según Instituto Datafolha. Foto: El País
Un 55% de brasileiros cree que traerá más problemas que beneficios, según Instituto Datafolha. Foto: El País

El incumplimiento de estos anuncios políticos difuminaron las expectativas creadas en torno al Mundial. El descontento de casi todo el país ha logrado que el foco de atención esté más que nunca en los grandes problemas que atañen, desde siempre, las calles: una gran desigualdad, escasez  de servicios públicos y precariedad en sectores como la salud, seguridad, vivienda, transporte, saneamiento y educación. Las promesas, lejos de aportar beneficios, han acrecentado el miedo a una posible imagen negativa con el exterior y la FIFA. Un temor que ha derivado en medidas impopulares objeto de fuertes protestas. “Si no cumplen con nuestras exigencias vamos a parar la Copa. Si no respetan nuestros derechos, el 12 de junio no habrá inauguración”. La amenaza, viene del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), que protagonizó junto a la Frente de Urbana, el inicio de un descontento que queda resumido en su manifiesto  donde repasan las causas fundamentales de las movilizaciones: la excesiva inversión de dinero, el turismo sexual, la desmilitarización del ejército, los nueve operarios muertos en la construcción de estadios, los beneficios a la FIFA y sus patrocinadores, y los desahucios. Según la Secretaría Municipal de Habitación en Sao Paulo, existen alrededor de 290.000 edificios deshabitados. Un dato que contrasta con que el informe municipal señale que existen 3,2 millones de personas que viven en condiciones inadecuadas (propietarios de sus propias casas, construidas irregularmente en las favelas; pagan un alquiler excesivo o viven en zonas de riesgo). Esto ha provocado la instalación a escasos kilómetros del estadio de abertura, Arena Corinthians, de un campamento con 5.000 familias: la “Copa de Povo”.

Los acampados reclaman una vivienda. La creación de nuevos espacios alrededor de las infraestructuras del Mundial ha provocado el desahucio y demolición de miles de hogares, “son acciones para preparar la región para la abertura”, apuntaba el documento de las directrices del proyecto. Las pintadas de las casas en ruinas son sentencias de demolición. A cambio, el gobierno da una ayuda de 300 reais al mes (98,8 euros) para el alquiler de una vivienda. Si tenemos en cuenta que la cifra es bastante limitada, que se trata de un área con 291 favelas con la renta más baja de Sao Paulo y que el alquiler se ha triplicado con el Mundial, difícilmente esos vecinos puedan encontrar un hogar que no esté excesivamente distante, en localización y condiciones, del que ya tenían. Sin embargo, los desahucios no sólo han derivado en plataformas de protesta. Las UPPS (Unidades Pacificadoras de la Policía), instaladas en las propias favelas de Río tras la intervención del ejército “como método de pacificación”, han intercambiado ataques con los habitantes del complejo.

Palafitas, Manguinhos, Rio de Janeiro, Brasil
Palafitas, Manguinhos, Rio de Janeiro, Brasil

“Cuando la bola comience a rodar..”, ese es el momento que señala, Joseph Blatter, presidente de la FIFA, como fin de las protestas. El escaso impacto de aumento de consumo que tendrá la economía de Brasil (entre un 0,1% y un 0,2% del PIB, según la consultora inglesa Capital Economics) está en contraste con lo que puede embolsarse la entidad de fútbol internacional. La FIFA, como en ediciones anteriores, lucrará sus arcas y no pagará impuestos.  Entre sus ingresos:  los contratos de transmisión de partidos, el marketing  y 20 patrocinadores;  además de recibir, según el Consejo Nacional del Ministerio Público, un porcentaje de hospedaje de los hoteles con los que lograron convenios. La reventa está prohibida; así como el uso de la palabra “Brasil 2014” con fines promocionales. Es tal en control sobre el producto, que a 2km alrededor de los estadios estarán prohibida la venta “no oficial”, dando exclusividad a los patrocinadores y frenando los mercados ambulantes del que dependen, sólo en la capital paulista, 138 mil personas, según el Comité Popular de la Copa. “La FIFA hace una fiesta privada y si quieres que sea en tu casa, tienes que aceptar sus condiciones”, afirma para la BBC Brasil, Holger Preuss, profesor de Economía del deporte en la Universidad de Johannes Gutenberg, en Alemania.

El 12 de junio el balón comenzará a rodar. La “copa de las copas” tiene cita  en Brasil con el fútbol, la política y la sociedad. Los gritos de gol y los gritos de protesta se intercalarán en el país del fútbol, entre la pasión y el descontento. Un acontecimiento histórico que atañe a una de las principales potencias económicas del mundo.

Más allá que un Mundial: un partido de más de 90 minutos, donde, sólo el futuro, deparará un resultado, en el que tan sólo se espera un campeón: el pueblo.

Niño jugando con la bola/ Foto: sub coop El País
Niño jugando con la bola/ Foto: sub coop El País

Autor
Carlos Fernández
carlosfernandezgomez.blogspot.com
@Carlosfdezgomez

Esta entrada fue publicada originalmente en el blog Camino…

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